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SEBASTIÁN CALDERÓN: “ASOCIAR LA VIOLENCIA Y FALTA DE HUMANIDAD DE MILEI A LA LOCURA PUEDE SER UN ERROR”



Coordinador de un proyecto sobre salud mental en el Hospital Borda de Buenos Aires, Sebastián Calderón habla sobre la mentada “locura” del presidente de la Nación. Entrevistado por La Lechuza, el especialista en Comunicación y Derechos Humanos analiza esta relación entre los comportamientos violentos de Milei y un posible padecimiento mental.

¿Es o se hace? ¿Los destinos de nuestro país están en manos de un desquiciado? ¿O la “locura” de Milei es otra de sus estrategias de marketing? ¿Al decir que es un desequilibrado, no estaremos quitándole responsabilidad sobre lo que hace y decide? Quién no se hizo estas preguntas últimamente. Por eso, en Estamos a favor, el programa del sábado a la mañana de La Lechuza, le hicimos esas preguntas a alguien que sabe.

“No deberíamos hacer un diagnóstico a partir del comportamiento público de las personas. Menos adjetivar a alguien en relación a su comportamiento”, dijo ante esos interrogantes Sebastián Calderón, quien desde 2013 coordina en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda, de Ciudad de Buenos Aires, un proyecto que hace foco en el derecho a la comunicación de las personas usuarias el sistema de salud mental.

Especializado en Comunicación y Derechos Humanos, Calderón nos habla de la figura del “loco” como una construcción social relacionada con la lógica manicomial, aquella que permitió justificar la creación de dispositivos de encierro, los “manicomios” como los que hay en todo el país. Hoy una nueva mirada sobre la salud mental intenta derribar esa lógica. Es desde este enfoque que Sebastián Calderón se aproxima a las ideas que circulan sobre el Presidente Javier Milei. En ese sentido recuerda que precisamente “El loco” es el título de una biografía no autorizada, en la que se explicaría este adjetivo a partir de ciertos aspectos de la historia personal de Milei, en relación al sufrimiento por el maltrato por parte de sus progenitores o el bulling que recibió en la etapa escolar. Sin embargo, nuestro entrevistado advierte sobre otras cuestiones: “Milei al presentarse como un outsider, como alguien que viene desde fuera de la política, juega o hace foco en esta idea de irreverente, de algo fuera de la razón, y su comportamiento irracional, cercano a la violencia, es lo que le ha dado frutos en términos de repercusiones, de visualizaciones en redes sociales, que es donde él ha basado su campaña electoral”.

Algo de lo que nos hace ver como un “loco” a quien hoy nos gobierna tiene que ver, para Calderón, con “un constructo, un personaje que se muestra como alguien que no tiene que ver con la razón de la política y eso es lo que usa para potenciar su campaña y para ganar más seguidores”. Al respecto, recordó el caso de la denuncia por violencia de género que tuvo que afrontar en 2018 Milei por haber respondido con notable violencia a una periodista que lo entrevisó en Metán, Salta, lugar donde luego, en la definición electoral de 2022, Milei obtuvo más del 50 por ciento de los votos positivos.

En el mismo sentido Calderón relaciona lo que hace Milei y cómo se muestra, al antecedente de Donald Trump en Estados Unidos. “Son una especie de rupturistas de los protocolos de la política; Milei es medio showman, como lo define Cristina Fernández de Kirchner”, agrega.

La necesidad de explicar la conducta del presidente argentino es amplia y extendida. Calderón cita, en relación a quienes dan algunas respuestas en ese sentido, el trabajo de Nora Merlín, psicoanalista y magister en Ciencias Políticas, quien junto a un grupo de colegas observó en Milei rasgos vinculados a ciertos desequilibrios: “en distintas oportunidades, en entrevistas públicas, le transpiran las manos, pide que bajen las luces, escucha voces o ruidos que lo sacan del eje y quiere tener todo bajo control”. Según las observaciones que cita Calderón, habría “una especie de déficit, una fragilidad psíquica que pone en duda justamente si está apto para conducir los destinos de un país una persona con estos rasgos”, que son, entre otros, “la incontinencia verborrágica, violenta, agresiva; también es misógino, hay hostilidad permanente en su discurso. Todo esto son caracterizaciones de una persona que podría estar atravesando algún tipo de padecimiento mental”.

  • ¿Entonces? ¿Sería como viajar en un avión piloteado por alguien que no es estable? Aunque en los aviones alguien otorga las licencias para pilotear…
  • Para mí la respuesta tiene que venir de la política y tiene que existir como un reglamento o una ley, para que la persona que se presente a un cargo de esta envergadura tenga que dar un examen psicotécnico, como lo tiene que dar cualquiera de nosotros para entrar a cualquier empleo. Por otro lado, quienes están a favor de él te van a decir que Milei tiene doctorados, maestrías, publicó 17 libros y es profesor universitario. Quizás el problema es la construcción del imaginario social. Habría que tratar de romper el sentido común y dejar de vincular la violencia y la agresión a la locura, no seguir cometiendo ese error.

El Quijote de la Mancha, el Joker, el loco del pueblo. Figuras de la cultura popular, construcciones del cine, la literatura, la vida cotidiana para hablar, dice Calderón “de alguien que se sale por fuera de la norma, de la razón, y me parece que este constructo social, cultural, lo que hace en definitiva es ser una suerte de máscara de alguien que está tomando decisiones reales. Me parece que asociar un padecimiento mental a este tipo de decisiones es errado. Son comportamientos que tienen que ver más con lo inhumano que con la locura. Alguien que le niega la comida a gente que va a comedores dos o tres veces por semana y que es su único sustento, está teniendo un comportamiento inhumano, no es un loco”.

 “Con lo que más me he encontrado en los lugares de encierrro, en los hospitales distintos que conocí a partir de la experiencia del Borda, es, en la enorme mayoría, gente muy buena, que está padeciendo el sistema, que quedó excluida de todo derecho posible, a la que le falta el derecho de acceso a la vivienda, a la salud incluso, que está en un hospital porque no tiene dónde vivir, porque sino estaría en situación de calle”, describe Sebastián Calderón.  Agrega: “me he encontrado profesionales, gente brillante, músicos muy talentosos que quizás han tenido algún tipo de padecimiento y su salud mental se vio afectada, pero lo que hay que comprender es que para la lógica manicomial, esa persona, el loco, merece el manicomio, el encierrro, la segregación; no merece la vida en sociedad”. Sin embargo, la nueva perspectiva de la salud mental, desde una mirada más integral, “piensa que los padecimientos son transitorios –suma Calderón- y cualquiera de nosotros no estamos libres de padecimientos. Entonces los hospitales tienen que ser considerados como un lugar para un tratamiento y para que luego la vida continúe. Nadie se imagina que una persona que sufre una fractura se va a quedar 25 años viviendo en un hospital; sin embargo, con un trastorno de salud mental pasa eso, alguien llega a un manicomioy quizás pasa 20 años de su vida ahí encerrado, pero porque se dan otras cosas, no tiene que ver solo con su tratamiento”.

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