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PABLO VASSEL: “HUBO TORTURAS EN TODAS LAS UNIDADES DE MALVINAS; LAS TRES FUERZAS, TODOS LOS GRADOS”

El autor de un libro e iniciador de una causa judicial que tiene a casi 100 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas imputados, dialogó con La Lechuza. Contó sobre el hambre como mecanismo de tortura de soldados que también eran estaqueados, aún bajo fuego enemigo. Para él se trata de crímenes de lesa humanidad.

“Estaquear es clavar a una persona en el suelo de los tobillos y de las muñecas con tientos y estacas de las carpas”. Así explica Pablo Vassel uno de los métodos de tortura aplicados por oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas argentinas, a soldados que fueron a luchar a las islas Malvinas en 1982.

Ese y otros métodos están descriptos en la obra “Malvinas y Derechos Humanos. Historia de la investigación por torturas a los soldados argentinos en las Islas Malvinas”, de Vassel, abogado especialista en Derechos Humanos. Su trabajo trasciende la publicación de un libro y forma parte de un proceso judicial radicado en Tierra del Fuego en torno a las denuncias de tormentos sufridos durante la guerra. Según él, lo que en algún momento podía parecer producto de una mente imaginativa o algún caso aislado, hoy cuenta con cerca de 250 soldados que prestaron testimonio.

Vassel conversó este sábado con el programa Estamos a favor, de La Lechuza, y contó los orígenes de la investigación que empezó en 2005, cuando era subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes. Durante la presentación de la película “Iluminados por el fuego”, en la que se muestra el estaqueamiento a un soldado por haber matado una oveja para comer, dice Vassel: “Me impresionó mucho esa escena, no porque no hubiera visto películas o conocido el horror humano, sino porque esa escena muestra la tortura a la propia tropa”. Cuando terminó la proyección preguntó a los combatientes que estaban presentes y ellos le dijeron que la película se “quedaba corta”, que lo vivido era aun peor. Vassel entrevistó a decenas de combatientes en su provincia, una de las que más soldados aportó a la guerra. “En esa investigación di cuenta de 23 soldados, 5 que habían sido víctimas de tortura, 15 que habían sido testigos de esas torturas y de otras, varios que me referían la muerte de dos soldados correntinos por hambre y otros que hablaron de la muerte por asesinato de un soldado correntino por parte de su jefe”.

El trabajo de Vassel insiste en algo no menor: lo que describían los soldados eran crímenes de lesa humanidad. “No era obra de un cabo que se enloqueció, como podemos ver en alguna película de Vietnam”, comentó, para agregar: “a lo largo de mi investigación ratifiqué que todas las unidades de Malvinas tuvieron casos de tortura, las tres fuerzas, todos los grados. Cuando digo todos los grados no quiero decir que todos los capitanes, mayores, tenientes o sargentos torturaron. Pero puedo dar un nombre de cada graduación militar de cada fuerza armada que lo hizo, lo que demuestra un carácter sistemático, un carácter establecido como norma”. Entre el espanto que describe está el hecho verificado de algunos estaqueos aún bajo cañoneo enemigo. “Adviértase el espanto que significa tener a un soldado inmovilizado en momentos en que cerca de él están cayendo las bombas”, cuenta Vassel, para quien ese ensañamiento “verifica que a Malvinas no fue la tropa de San Martín, ni de Belgrano ni de Guemes. Fueron los efectivos militares que venían de gobernar la Argentina en el contexto de la dictadura cívico militar; las fuerzas amadas que desde 1955 habían abandonado la doctrina de la defensa nacional para pasar a la de la seguridad nacional”. Fueron esas fuerzas, dice el investigador, las que hicieron lo que sabían hacer; aplicaron en las islas lo mismo que en territorio continental: la brutalidad, el desprecio por la vida y la tortura.

De eso no se habla

Para Vassel la complejidad del tema se relaciona, entre otros motivos, con el hecho de que inmediatamente después del 14 de junio del 82 la dictadura militar decidió no abordar el tema Malvinas, en lo que se conoce como “desmalvinización”.  Según el abogado correntino, existen documentos que dan cuenta de que ya el 14 de mayo la dictadura había asumido  la derrota y “planeó un plan de inteligencia para enfrentar la postguerra que, entre otras cosas, pasaba por ocultar a los soldados, no discutir, hablar solamente de acciones heroicas, y que solo hablaran altos militares”. A la democracia le costó también tocar el tema, dice Vassel, y lo ejemplifica con el dato de que el presidente Alfonsín mencionó por primera vez Malvinas en semana santa del 87.

Para Vassel la desmalviniación no fue solo una reación social frente a la guerra, en tanto enorme trauma colectivo. Hubo también “una decisión política de la dictadura de no hablar sobre el tema, que lo continuó la democracia”. “No había escucha social para conocer el testimonio de los combatientes”, ni siquiera –remarca Vassel- en quienes eran funcionarios públicos y tenían la obligación de denunciar los delitos que se conocieron.

No podían combatir, por hambre

La causa iniciada por Vassel logró la desclasificación del Informe Rattenbach, la investigación que las propias fuerzas armadas hicieron sobre el desempeño militar, así como de toda la información sobre Malvinas que había sido declarada secreto militar por la dictadura. Ese material no solo  permite fundamentar la desmalvinización como una decisión del gobierno de facto, también demuestra la existencia de cientos de casos de tortura, así como el hecho de que muchas de estas medidas “disciplinarias” estuvieron motivadas por lo que Vassel llama “cuestiones famélicas”. “Me niego a hablar de robo de comida cuando un soldado necesita entre 4000 y 5000 calorías para enfrentar el frío, la ausencia de abrigos y recursos adecuados y comían entre 800 y 1200 calorías”, ilustra. Agrega: “Esos informes hablan de 197 soldados imposibilitados de combatir por el hambre extremo y la desnutrición a la que llegaron. Pero esos mismos informes militares no dan cuenta de ningún oficial desnutrido y de ningún suboficial desnutrido. En ese contexto eso explica la distribución de alimentos como mecanismo de premios y castigos, como técnica de conducción de grupos humanos, ignorando que había soldados que necesitaban proteínas, calorías, alimentación para defender la patria”.

La justicia que tarda en llegar

Vassel explica que radicó la denuncia judicial en Río Grande, Tierra del Fuego, como un acto de reivindicación de la soberanía argentina: “Malvinas es parte de la provincia de Tierra del Fuego y la ley de creación del Juzgado Federal de Río Grande da cuenta de que es competente para intervenir en los hechos criminales que sucedieron en la parte norte de la provincia, es decir en Malvinas. Entonces es un acto de reivindicación de la soberanía argentina que un juez argentino aplique la ley argentina por hechos que sucedieron allí. Por eso la causa se instruye en Río Grande y lo que en algún momento podía parecer producto de una mente imaginativa rapidamente quedó descartado cuando hoy hay cerca de 250 soldados que testimoniaron en la causa”.

En esta denuncia, iniciada en 2007, hay 98 oficiales y suboficiales imputados, algunos de los cuales tienen estrecha relación con figuras del gobierno nacional actual. Vassel señala la lentitud del proceso y el riesgo de que, si la Corte de Justicia no considera que los denunciados son crímenes de lesa humanidad, la causa quedaría archivada para el Poder Judicial argentino, más allá de la posibiliad de reclamos en cortes internacionales.

“Por eso exhorto, ruego, imploro, les pido de la manera que sea que accionen, que investiguen, que permitan que se separe la paja del trigo; que se diferencie a los oficiales que cumplieron su deber con patriotismo y profesionalismo, de aquellos que deshonraron el uniforme de San Martín, que se permita esclarecer los hechos y que los resposables de las muertes de soldados por hambre y del maltrato por torturas.tengan la pena que la legislación establece”, finalizó Pablo Vassel.

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