A pesar de ser una ley aprobada en el año 2006, hace un año, con las repercusiones que dejó las sesiones en el Congreso Nacional por el proyecto de Interrupción Legal del Embarazo, el debate en torno a la ley de Educación Sexual Integral y su aplicación en las escuelas sanjuaninas afloró en toda la opinión pública. Sectores detractores de esta ley, organizaciones solicitando su implementación, docentes requiriendo formación y capacitaciones, es parte del panorama que se empezó a vivir y que actualmente sigue vigente.
En torno a estos debates, la licenciada Ana Grynszpan, en una nueva columna de psicología en Sin Plumas en la Lengua conversó sobre esta ley, su aplicación, mitos, prejuicios y la repercusión en las familias y docentes.
En primera instancia, celebró que en nuestra provincia se convoquen a padres y madres a las reuniones previas para la aplicación de esta ley como en la currícula, entendiendo que deben ser factores fundamentales en el desarrollo de los contenidos que se brindaran.
Aclaró que previamente se dictaba en algunas escuelas contenidos de Educación Sexual, pero la ley es superadora “porque ve la sexualidad más allá de un acto biológico” y la definió justamente como la educación que integra la sexualidad con la subjetividad de la persona “no nos alcanza con lo biológico, y por otro lado, hay que discutir la cuestión moral”.
Uno de los mitos que siempre se adjudicó a la ESI es el fomento a la promiscuidad. Ana citó a la UNESCO en una estadística donde habla que en países donde se dictan estos contenidos, la edad de iniciación sexual corresponde a edades muchos más avanzadas que en aquellos países donde no, como también presentan cifras menores de embarazos adolescentes no deseados.
“La ESI se presenta como un complemento a la familia” y destacó su relevancia ante un gran número de abusos intra-familiares. También agregó que la ley contempla numerosos aspectos que exceden lo meramente biológico, sino que incluye afectividad, estereotipos, géneros, bullyng, maternidad, derecho a la salud etc.
