El 5 de septiembre de 2011 comenzó el juicio por la apropiación de Carlos Goya Martínez. Alberto Tejada y su esposa, sus apropiadores, fueron condenados por los cargos de supresión de identidad y falsificación de documentos públicos. Desde ese día, Carlos, como cada uno de los nietos recuperados, tuvo que armar el rompecabezas de su vida.
A 40 años del golpe cívico-militar, Carlos dio testimonio público de su caso para mantener viva la historia de San Juan.
«En ese momento (2011) yo estaba negado a todo. No quería que me cambiaran el nombre, el apellido, no quería saber nada con la búsqueda. Decía yo: ‘Ojalá nunca me hubiesen encontrado, hubiese preferido seguir viviendo la vida que tenía'», sostuvo Goya Martínez en la entrevista que le realizó Sergio Caballero (integrante del Equipo Deportivo de La Lechuza) para Radio Universidad de San Juan. «Fue un proceso hasta ir encontrándole el verdadero sentido a la verdad», agregó.
Ante la noticia de la muerte de un tío, Carlos expresó: «Me cayó la ficha» y empezó a pensar en conocer a las Abuelas. «Tenía todos los tabúes del mundo con Abuelas. Tenía las clásicas frases, ‘que es un curro’, ‘que es gente llena de odio, de resentimiento’, pero tiré el manotazo y les mandé un email. Ellas me facilitaron un pasaje», comentó y contó sobre su paso por la sede de Abuelas: «Descubrí una casa, me abrieron las puertas. Estaban casi todas las abuelas, un montón de nietos». «Descubrí una familia increíble en Abuelas», sostuvo.
«Fuimos un botín de guerra», dijo Carlos, quien ahora no se identifica como un referente, pero sí se presenta como un luchador por los derechos humanos y defensor de la democracia.