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CARLOS DEL FRADE SOBRE VICENTÍN, EL PAÍS Y LA POLÍTICA: “CUANDO NOS JUNTEMOS TODOS, LOS ANÓNIMOS, LOS NINGUNEADOS, ESTO ES IMPARABLE”

En Rosario, a orillas del Río Paraná, Miguel Ambas dialogó con el periodista y dirigente político Carlos del Frade. Lo hizo luego del estreno del documental “Cuellos blancos.El caso Vicentín”, que denuncia el fraude cometido por la principal agroexportadora del país.

Fue a principios de junio de 2020. En conferencia de prensa el presidente Alberto Fernández anunció el envío de un proyecto de ley al Congreso para expropiar Vicentín, o sea para que el Estado se hiciera cargo de esa empresa. Hasta ese momento muchos y muchas en la Argentina no sabíamos que ese era el nombre de la principal agroexportadora del país. La empresa había entrado en cesación de pagos a pesar de haber recibido del Banco Nación, durante la gestión macrista, un préstamo por cientos de millones de dólares, que no devolvió, entre otros delitos financieros ejecutados con la complicidad del poder político y judicial. Antes de los dos meses de ese anuncio, el propio Fernández firmó un decreto que anulaba la decisión de salvataje a Vicentín. Y aunque parezca que todo quedó en la mayor impunidad, hay muchas personas que se dedican a investigar y seguir denunciando ese tremendo fraude.

“El propio Belgrano lo decía, que no hay manera de hacer una revolución si no destrabás los nichos de corrupción del Estado, que juega a favor de las minorías”. Quien cita a Belgrano en este tema es Carlos Del Frade, periodista, escritor y político santafecino. Y lo hace nada menos que frente al Río Paraná, en Rosario, provincia de Santa Fé. Allí lo entrevistó Miguel Ambas, conductor de Estamos a Favor, el programa de los sábados de Radio La Lechuza. Ambos habían participado, el 20 de junio, Día de la Bandera, del estreno de “Cuellos Blancos. El caso Vicentin”, un documental dirigido por Andrés Cedrón, que expone detalles de lo sucedido con la agroexportadora,  revela la trama de delitos financieros detrás de la empresa y muestra parte de la historia política y económica de las últimas décadas en Argentina.

El film, que da pie al diálogo entre Del Frade y Ambas, muestra por primera vez cómo es el manejo privado de los puertos del complejo oleaginoso de la provincia de Santa Fe. Del Frade lo explica a orillas del río: “los barcos que vos habitualmente ves cuando estás en Rosario, uno de cada tres, no se sabe qué lleva ni qué trae, ni si quedan en asientos contables. Esto hace 30 años me lo vienen diciendo a mí trabajadores portuarios, trabajadores de la Prefectura y de distintos sectores. Es como una especie de sentido común, un gran mito portuario de Rosario y  San Lorenzo, por donde sale gran parte de las exportaciones argentinas: que de cada tres barcos hay uno que no se registra”. Para Del Frade eso explica en gran parte lo que sucede en nuestro país: “Tenemos una estructura de país semicolonial en donde nuestras riquezas se van y eso genera que al no tener las riquezas nos vayamos empobreciendo cada vez más”.

– ¿Cómo se resuelve?

-Tenés que tener decisión política. Tiene que estar la política tratando de volver a enamorarse de su idea de que lo principal que tiene que buscar la política es la transformación.

Para Del Frade el problema es una política que “sigue repitiendo esto de que está para gerenciar, para administrar, que son verbos tremendos impuestos en la década del 90”. El desafío es “destruir la resignación de mucha diligencia política frente al poder económico”, para lo cual la difusión de materiales como el que ofrece la película “Cuellos blancos” es importante.

– Parte de a población apoya a Vicentín, ¿Por qué?

– En primer lugar, Vicentín es una gran empresa que tiene 7.000 puestos de trabajo directos y más de 30.000 indirectos. Hay generaciones enteras que se compraron la casa con Vicentín, que educaron a sus hijos con Vicentín. Eso hay que entenderlo; hay un sentido de pertenencia, de identidad con una empresa que cumplió este año 95 años. Lo mejor de esa historia le sirvió para tapar, ocultar, encubrir todas esas maniobras que fueron haciendo. Le robaron 791 millones de dólares al pueblo argentino por la fuga que hicieron entre agosto del 2019 y enero del 2020. Se los pusieron en su bolsillo, porque lo pusieron en sus propias cuentas 17 de los vinculados directamente a Vicentín que están procesados, pero están libres porque pusieron 10 millones de dólares para pagar de fianza.


-Estamos en un momento político difícil. No se pudo cambiar esto antes, cuando había otras condiciones, ¿qué hacemos ahora?

Este es un momento excepcional. Hay que pelear más que nunca. Ya basta de tristeza, hay que ver los saldos negativos que tenemos para no repetirlos, pero hoy hay que pelear más que nunca. Juntarnos, que sea intergeneracional, policlasista. Creo que estamos en el cambio de la marea histórica y lo que sí o sí hay que hacer ahora en serio es una estrategia de poder que realmente destruya la concentración de riquezas en pocas manos, la extranjerización de riquezas y que destruya la resignación que mucha diligencia política ha incorporado como un límite de la política; eso es tremendo, es lo más nefasto que nos pasa.

– ¿Por qué hay que ver el documental de Cedrón sobre Vicentín?

– Creo que hay que verlo para descubrir cómo los delincuentes de guante blanco nos roban con complicidad política y saber que eso que nos roban hace a la tristeza y a la pobreza, que hoy siente mucha gente. A mí lo que me enamora de la política, el objetivo de la política, es la felicidad del pueblo. Lo dijo Belgrano, lo dijo Moreno, lo dijo el propio Perón, lo dijo Illia, Alfonsín. Ese es el objetivo de la política y como están en juego mis hijas yo no me puedo dar el lujo de sentirme triste o abatido. Están re locos que van a contar conmigo resignado o entristecido. Cada vez más rebelde y cada vez más contento estoy peleando por mis hijas y estamos peleando por lo que amamos, eso es pelear por la Argentina. Hay una construcción de décadas para destruir la conciencia colectiva a nuestro pueblo y hacernos creer que lo que puede hacer cualquier persona individualmente no sirve de nada. Es al revés: cuando nos juntemos los anónimos, los ninguneados, las fuerzas imparables, esto es imparable.

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